Wild bunch
A finales de los sesenta William Holden, Ernest Borgnine, Edmond O'Brien o Robert Ryan eran ya viejas glorias de Hollywood de las que no cabía esperar ningún riesgo interpretativo. Sam Peckinpah, director maldito como pocos, les reunió en Grupo salvaje, una película que parecía abocada al fracaso. Incluso el director de fotografía, Lucien Ballard, conocido por su estilo clásico y conservador, no parecía pronosticar brotes en aquel desierto mexicano.
Sin embargo, aquella mezcla, aquel auténtico grupo salvaje consiguió, a base de un inspirado montaje y de una sincera brutalidad, crear un western crepuscular en su concepto pero profundamente rupturista.
Y no sólo por la película en sí, sino por representar a una industria y a una nación en transición con el fin del studio system y, algo mucho más trascendente: con la traumática mayoría de edad social provocada por el sinsentido de Vietnam y los conflictos raciales.
Una mezcla que inspira Wild Bunch, el collar con charms de piezas de latón con baño de oro de 5 micras, porcelana o coral con baño en oro que quizá no inspire ninguna revolución pero que hará que tengas presente que todos estamos hechos de contradicciones.
A finales de los sesenta William Holden, Ernest Borgnine, Edmond O'Brien o Robert Ryan eran ya viejas glorias de Hollywood de las que no cabía esperar ningún riesgo interpretativo. Sam Peckinpah, director maldito como pocos, les reunió en Grupo salvaje, una película que parecía abocada al fracaso. Incluso el director de fotografía, Lucien Ballard, conocido por su estilo clásico y conservador, no parecía pronosticar brotes en aquel desierto mexicano.
Sin embargo, aquella mezcla, aquel auténtico grupo salvaje consiguió, a base de un inspirado montaje y de una sincera brutalidad, crear un western crepuscular en su concepto pero profundamente rupturista.
Y no sólo por la película en sí, sino por representar a una industria y a una nación en transición con el fin del studio system y, algo mucho más trascendente: con la traumática mayoría de edad social provocada por el sinsentido de Vietnam y los conflictos raciales.
Una mezcla que inspira Wild Bunch, el collar con charms de piezas de latón con baño de oro de 5 micras, porcelana o coral con baño en oro que quizá no inspire ninguna revolución pero que hará que tengas presente que todos estamos hechos de contradicciones.
A finales de los sesenta William Holden, Ernest Borgnine, Edmond O'Brien o Robert Ryan eran ya viejas glorias de Hollywood de las que no cabía esperar ningún riesgo interpretativo. Sam Peckinpah, director maldito como pocos, les reunió en Grupo salvaje, una película que parecía abocada al fracaso. Incluso el director de fotografía, Lucien Ballard, conocido por su estilo clásico y conservador, no parecía pronosticar brotes en aquel desierto mexicano.
Sin embargo, aquella mezcla, aquel auténtico grupo salvaje consiguió, a base de un inspirado montaje y de una sincera brutalidad, crear un western crepuscular en su concepto pero profundamente rupturista.
Y no sólo por la película en sí, sino por representar a una industria y a una nación en transición con el fin del studio system y, algo mucho más trascendente: con la traumática mayoría de edad social provocada por el sinsentido de Vietnam y los conflictos raciales.
Una mezcla que inspira Wild Bunch, el collar con charms de piezas de latón con baño de oro de 5 micras, porcelana o coral con baño en oro que quizá no inspire ninguna revolución pero que hará que tengas presente que todos estamos hechos de contradicciones.
